REDD+ Castañeros: conservando los bosques de castaña de Madre de Dios

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Conservando los bosques de castaña

Don Alfonso camina con seguridad a través de la trocha barrosa que se interna en lo profundo del bosque. Es un hombre bajo pero de contextura recia y una sonrisa de abuelo querendón. Lleva una vara de madera en la mano –llamada payana– y un cesto de fibras de tamshi tejido a mano. La ruta, apenas imperceptible, serpentea entre la vegetación y lo conduce siguiendo un detallado mapa mental que une los puntos de cosecha de su concesión de poco más de 1,000 hectáreas ubicada en la localidad de San Juan de Aposento, en Mavila, Madre de Dios.

De pronto, se detiene. Un gigantesco castaño marca el final del recorrido. Es un monumento de la naturaleza que ha crecido en esta selva por más de 200 años. Su tronco, oscuro y cubierto de musgo, requeriría de media docena de personas para ser rodeado. Elevándose por sobre la floresta, sus ramas gruesas como un buey, se abren como una gigantesca sombrilla a más de 40 metros de altura. En el suelo, medio enterrados en el lodo, yacen varias docenas de cocos de unos 15 cm de diámetro y duros como una piedra.

Luego de reunir medio centenar en un montículo al pie del gran árbol, Alfonso se sienta en el suelo para abrir los cocos uno a uno. Con una destreza que paraliza, asesta un potente golpe sobre el coco, logrando quebrar la corteza sin dañar ni una de las semillas. Con la habilidad de un relojero, deposita las nueces en un saco mientras arroja el coco vacío a un lado. Es un movimiento rítmico, de aquellos que se han pulido con el paso de los años.

Su majestad, la castaña

Conocido y aprovechado por los pueblos nativos desde tiempos inmemoriales, y explotado comercialmente desde hace más de un siglo, este sorprendente árbol amazónico juega hasta hoy un rol trascendental en composición natural de los bosques y la vida de los pobladores de las selvas surorientales del Perú.

La castaña o nuez del Brasil (Bertholletia excelsa), constituye uno de los principales recursos forestales del departamento de Madre de Dios. En su territorio se han identificado más de 16,000 kilómetros cuadrados de asociaciones boscosas naturales donde predomina esta especie, llamados localmente castañales. Estudios realizados en la década de 2000 –previos al auge de la minería en la región– indicaban que dos tercios de la población total de Madre de Dios dependen de una u otra manera de este recurso.

Los bosques de castaña son únicos en el mundo y solo se encuentran en el triángulo natural formado en la frontera de Perú, Brasil y Bolivia.

Gran amenaza de deforestación

En 2009, la construcción de la carretera Interoceánica Sur entre Perú y Brasil generó una gran amenaza de deforestación sobre una de las zonas más ricas del planeta en términos de biodiversidad: los bosques asignados a pequeños concesionarios de castaña en el departamento peruano de Madre de Dios. Diversos estudios científicos, efectuados en algunas áreas naturales protegidas adyacentes a la zona castañera (como Manu y Tambopata) han demostrado que los bosques de terrazas altas donde crece la castaña albergan a más especies de plantas y animales que ningún otro lugar en el mundo, incluyendo aquellos en peligro de extinción como la nutria, el jaguar, el puma, el tapir de tierras bajas y el oso hormiguero gigante.

Según las proyecciones realizadas en ese momento, la facilidad de acceso que generaría la nueva carretera resultaría en la deforestación del 34% de los bosques naturales de la zona para el 2041. Con el mega proyecto, además de comunicar al Brasil con el Pacífico y los mercados del Asia, se abriría una puerta para gran cantidad de migrantes en busca de tierras y, con ellos, las secuelas que acompañan a la agricultura migratoria: exterminio de especies claves (aves y mamíferos grandes, a menudo dispersores clave para especies arbóreas de importancia comercial), tala ilegal y cultivos de bajo rendimiento.

Desde la finalización de la carretera, en 2009, la migración de pobladores andinos en busca de aprovechar los recursos naturales del bosque (madera, oro aluvial) ha causado que el ritmo de deforestación se multiplique por 4 en la región (Ministerio del Ambiente – MINAM).

BAM y el proyecto REDD+ Castañeros

La destrucción de los bosques tropicales contribuye con un quinto de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que impide cumplir con la reducción de emisiones necesaria para evitar una catástrofe climática mundial. Frente a la creciente amenaza de deforestación en la región, BAM inició uno de los primeros programas de conservación REDD+ en el mundo: REDD+ Castañeros (o REDD+ Brazil nut concessions en inglés), buscando proteger el valor de los bosques mediante la generación de actividades económicas sostenibles que forjen beneficios tangibles a favor de las comunidades locales.

Fue así como nació el proyecto REDD+ Castañeros en 2009, el cual agrupó a +650 familias productoras de castaña en la Federación de Castañeros de Madre de Dios (FEPROCAMD) con el fin de proteger 500,000 hectáreas de bosques de castaña amenazados por la nueva carretera. El primer paso fue consolidar la asociatividad de los concesionarios –hasta entonces dispersos– y trabajar arduamente en la conservación de los castañales mediante esfuerzos concretos como el otorgamiento de créditos rotatorios y un programa de protección permanente. De esta manera, por más de una década, BAM y 600 familias agrupadas en la FEPROCAMD han protegido más de 320 millones de árboles y evitado la emisión de aproximadamente 2.5 millones de toneladas de CO2 por año.

REDD+ Castañeros fue una de las primeras iniciativas REDD+ en ser validadas y verificadas a nivel mundial por el Voluntary Carbon Standard (VCS), el estándar de carbono más importante a nivel internacional.

Además de beneficios económicos para la comunidad por la venta de los créditos de carbono, el proyecto brinda asesoría técnica y legal a los socios concesionarios para proteger y manejar sosteniblemente sus bosques, soporte para el saneamiento legal de sus concesiones, un sistema de monitoreo para proteger las áreas, pilotos de cadenas de valor productivas para la comunidad, capacitaciones permanentes a los socios en manejo sostenible del bosque y otros temas de interés, entre otros.

Un sueño posible para los guardianes del bosque

Como Don Alfonso, Florencia Paredes ha criado a sus hijos y mantenido a su familia gracias a la recolección de castaña. “Yo me siento muy alegre de tener este bosque maravilloso”, comenta quien es ahora dirigente de la Federación de Castañeros, mientras limpia el barro pegado en sus botas de jebe. Es un trabajo fuerte, pero muy reconfortante, que permite independencia y asegura una vida digna.

Bosques que dan vida, no solo al hombre sino a uno de los ecosistemas más maravillosos y diversos de la Tierra, que generan desarrollo a las poblaciones locales y que muestran que la conservación –lejos de ser un lujo– es una forma de vida que permite que los custodios de este gran recurso natural forjen un futuro de bienestar para sus familias.

Texto y fotografías: Walter H. Wust

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