Una delgada canoa corta las aguas como espejo del delta del río Manantay y quiebra el reflejo del bosque semisumergido. Se desliza con suavidad entre los troncos de grandes catahuas y renacos, mientras grupos de jacanas y pollas sultanas escapan volando hacia el pastizal flotante entre graznidos intermitentes. La canoa lleva a un grupo de investigadores rumbo al campamento de Quinillal, situado a varios kilómetros dentro de esta selva inundada. Son biólogos del Centro de Ornitología y Biodiversidad CORBIDI, que han llegado hasta esta zona de Ucayali para realizar la primera evaluación de diversidad biológica en los bosques que conserva la empresa Bosques Amazónicos BAM y que protege ante el constante peligro de invasión por parte de arroceros y comercializadores de terrenos.
Un bosque en buen estado de conservación es un activo valioso en cualquier parte del mundo, pero se convierte en un raro lujo si tenemos en cuenta su cercanía a la ciudad de Pucallpa que, con 330 mil habitantes, es una de las de mayor crecimiento en la Amazonía peruana.
Durante los siguientes siete días, el equipo compuesto por ornitólogos (especialistas en aves), herpetólogos (anfibios y reptiles), mastozoólogos (mamíferos) y expertos en hidrobiología (ambientes acuáticos) buscará desentrañar los secretos de estas selvas y registrar qué criaturas conforman la compleja estructura natural de los bosques que se extienden sobre las cerca de 24 mil hectáreas de la propiedad.
El proyecto forma parte del Programa de Ciencia que ha puesto en marcha BAM para evaluar el valor e importancia ecológica de los ecosistemas ubicados en sus predios. Entre sus objetivos se espera llevar a cabo un inventario continuo de diversidad natural con énfasis en las especies y comunidades más valiosas en términos ecológicos (especies amenazadas o en peligro, variedades de distribución restringida, organismos nuevos para la ciencia y otros); realizar una caracterización ecológica de las comunidades naturales de la propiedad (bosques primarios, secundarios, bajiales, zonas intervenidas), lo que permitirá efectuar una zonificación precisa con miras a su conservación y eventual aprovechamiento sostenible; y, finalmente, pero no menos importante, restaurar, en la medida de lo posible, los ambientes naturales más valiosos de la propiedad con miras a propiciar el retorno de las especies de fauna silvestre y alentar procesos naturales como polinización, restablecimiento del equilibrio de los ecosistemas, ecoturismo, entre otros.
Restaurar los ecosistemas dañados por la sobreexplotación humana puede ser una de las maneras más eficientes y baratas de combatir el cambio climático, mientras permite conservar poblaciones enteras de flora y fauna silvestre. “Si un tercio de las áreas del planeta más degradadas fueran restauradas y esta protección se extendiera a áreas que aún están en buenas condiciones, se podría almacenar el equivalente a la mitad del carbono generado por las emisiones de gases invernadero causadas por el hombre desde la revolución industrial. Estos cambios evitarían el 70% de las extinciones de especies”, según una investigación publicada en la revista Nature.
“Devolver a su estado natural bosques, pastos, bajiales, zonas húmedas y otros ecosistemas, que fueron en gran parte reemplazados por tierras de cultivo, permitiría absorber 465,000 millones de toneladas de dióxido de carbono y salvaría la mayoría de las especies de mamíferos, anfibios y aves en peligro de extinción”. Así lo revela un informe realizado por 27 investigadores de 12 países bajo la conducción del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona, España (ICTA-UAB).
Los investigadores se internan en el bosque antes del amanecer. Armados con binoculares, grabadoras y micrófonos direccionales, trampas Sherman, redes de neblina y una parafernalia de equipos de laboratorio caminan entre las trochas inundadas en busca de sus puntos de observación y colecta. La lluvia llega, golpea y se va. Las criaturas de la selva se dejan ver solo por instantes, pero delatan su presencia por sus cantos y reclamos, las huellas en el lodo o sus vuelos rasantes entre las copas de los árboles.
En apenas 6 días de evaluación, en pleno periodo de lluvias, el equipo de especialistas logró registrar 223 especies de aves. “Considerando lo breve del muestreo, esto representa una diversidad muy interesante que se espera complementar con una próxima evaluación en época seca”. Menciona Thomas Valqui, uno de los ornitólogos más renombrados del país, quien a su vez preside CORBIDI y es investigador asociado del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Louisiana.
“Por la variedad de aves encontradas y la cercanía a la ciudad de Pucallpa, recomendamos explorar la posibilidad de aprovechar el lugar para desarrollar el birdwatching o turismo de observación de aves”, agrega.
El Perú es el segundo país con más aves en el mundo; sin embargo, también es uno de los países con menos conocimiento sobre su avifauna. El número de especies correctamente documentadas para el Perú se ha incrementado en 200 especies en los últimos 12 años. Existen zonas en el Perú donde, por diversas circunstancias, no se ha realizado mucha investigación ornitológica. “Los bosques manejados por BAM se encuentran en un área poco estudiada, una suerte de vacío de información sobre avifauna en el Perú. Esto representa una gran oportunidad para llevar a cabo investigación ornitológica a largo plazo, valorar las aves en un contexto de servicios ecosistémicos y desarrollar el ecoturismo”.
Valqui precisa que “la cercanía a la ciudad de Pucallpa significa, por un lado, un gran reto de conservación, y por otro, facilidades logísticas que significan una gran oportunidad de llevar a cabo investigación científica y un aprovechamiento de la avifauna por medio del ecoturismo”.
“Un total de 36 especies registradas en Quinillal están incluidas en los apéndices CITES, de las cuales 34 se encuentran en el apéndice II. Aves como el tuyuyo (Jabiru mycteria) y el halcón peregrino (Falco peregrinus) están incluidas en el apéndice I, que incluye a las especies sobre las que se cierne el mayor grado de amenaza”.
“Una de las especies más interesantes encontradas durante la evaluación fue el paujil (Mitu tuberosum), un ave del tamaño de un pavo grande que prefiere los bosques de llanura aluvial donde ahora es raro debido a la presión de caza por parte del hombre. El registro es interesante porque debido a presión antrópica, ha sido eliminado o es muy raro en gran parte de su rango geográfico. Su presencia indica el buen estado de conservación de estos bosques”.
Por su parte, Luis Alberto García Ayachi, herpetólogo e investigador asociado de CORBIDI, idica que “en apenas 6 días de muestreo se registró un total de 23 especies de anfibios y 19 especies de reptiles. Según los resultados, calculamos que existiría un total de 61 especies de anfibios y reptiles para el sector Quinillal. Esto le confiere al área un alto valor de diversidad”.
“Los ejemplares registrados en Quinillal representan el 33.82 % del total de especies de anfibios y el 18.27% de las especies de reptiles presentes en el departamento de Ucayali. El sector de Quinillal constituye un área propicia para la conservación de las especies de anfibios y reptiles presentes y su potencial genético inherente”, sostiene García Ayachi.
“Esta alta diversidad de especies se ve amenazada por actividades agrícolas, tala o deforestación y la ganadería. Además, el MINAM (2020) reporta que entre los años 2001 al 2018 el departamento de Ucayali ha perdido 384,474 ha de bosques, siendo Coronel Portillo y Padre Abad las provincias con mayor extensión de pérdida de bosque”, y agrega: “resulta urgente asegurar la preservación de los bosques del sector Quinillal, y con ello la protección de las comunidades de anfibios y reptiles habitantes en estas zonas ante la alta tasa de deforestación en la provincia de Coronel Portillo”.
Javier Barrio Guede, mastozoólogo e investigador asociado de CORBIDI, estimó la presencia de unas 25 especies de mamíferos en el área de estudio, “un número elevado para un área tan cercana a una ciudad como Pucallpa. Con el uso de redes para la captura de murciélagos, se espera que el número de especies de mamíferos registrados para el área se incremente de forma sustancial”.
“Encontramos rastros de animales que suelen desaparecer rápidamente de áreas cercanas a las ciudades amazónicas, como el tapir o sachavaca, especie considerada amenazada que se encuentra como Vulnerable, tanto en la Lista roja de Perú como en la de la UICN”.
“Los bosques que conserva BAM conforman un sitio de gran importancia para la conservación, estudios biológicos y para el turismo, justamente por estar tan cerca de la ciudad. Esto convierte al lugar en un atractivo para los estudiantes de ciencias naturales y para el turismo que llega a Pucallpa”.
Finalmente, Gustavo Hiromoto Medina y María José Deza B., encargados del área de hidrobiología de la expedición, comentaron que “la cuenca del río Ucayali es una de las cuatro grandes unidades biogeográficas de agua dulce presentes en la Amazonía peruana. Separada de las cuencas de Madre de Dios y Purús por el arco de Fitzcarrald, y de la cuenca del Marañón por el nudo de Pasco, esta unidad biogeográfica es la que cubre mayor extensión en territorio peruano y una de las de mayor diversidad de especies. Pero también se trata de una de las regiones con mayor intervención humana y con mayores riesgos para la conservación de ambientes acuáticos, debido a la intensidad en la modificación del territorio (agricultura intensiva), proliferación de proyectos de explotación de recursos hídricos y desarrollo de proyectos viales”.
La importancia de seguir descubriendo la diversidad y el valor de la vida silvestre en los bosques de Ucayali es más que evidente. Los científicos de BAM seguiremos regresando al bosque para desentrañar sus secretos y, con ayuda de la ciencia, sentar las bases para su conservación y uso sostenible.
Walter H. Wust